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Hay un infierno dedicado a la gente que dice "me encanta la playa"

"yo en la playa desconecto mogollón"

"yo el mar, la playita, y lo que me echen"

La playa es el HORROR.

Ni Lovecraft fue capaz de describir algo tan abyecto como la playa.

A ver…. Yo no sé vosotros, pero yo llevo más bártulos a la playa de los que me he traído de Madrid.

- La tienda (esa, esa, la que luego no como demonios se guarda).

- Juguetes como si fuera a montar un Toyrus.

- Toallas, como si viniera de Portugal.

- Comida, mucha, para nosotros y para un colegio mayor, que solo comen las niñas, pero que haya variedad.

- Pañales, toallitas húmedas, cambiador (que no sé para qué limpiar tanto si tienen arena hasta el apéndice, que eso es un asco).

- Ropa de repuesto.

En fin, dos viajes al coche. Que eso es otro drama. Donde cojones aparcas el coche.


Que yo hacia las puñeteras playas de asfalto con plazas de garaje a tutiplén.

Así tienes dónde dejar el coche y encima no te llenas de arena hasta el colondrillo. Qué iba a hacer un chiste muy chungo con que si me hacen ahora una colonoscopia lo mismo ven al Tom Hanks hablándole al balón ahí dentro.

Que la arena esa no sé de qué está hecha pero se cuela en todos lados.

Y se pega.

Total, dejas el coche en doble fila, amueblas la playa, corriendo para que no te multen, y todo para qué?

Para comprobar que tus hijas no han heredado ese saber estar que te caracteriza y están como cerditos en la cochiquera.

Qué te visto a la pequeña untar una galleta en arena de playa y COMÉRSELA.

Y tú intentando que no entre arena en la tienda.

Y la mayor haciendo castillos dentro.

Y tú pensando "relaja, que luego hay que llevar a las niñas al coche"

"e intentar que no parezca la sagrada familia"

¿Pero como coño limpias eso?

Yo he pensado dejarlas allí, a la mierda todo

Qué se encargue el de la cruz roja

Y lo más cachondo es que con esto del covid… No hay duchas!

Porque se ve que al virus le gusta que te duches y queremos putear al virus.

Digo yo.

Las pequeñas salvajes.

Les petits sauvages

Qué siempre queda mejor decirlo en idiomas.

En fin.

UR-BA-NI-ZAR

Eso es lo correcto.

Pero ojo, que a mí la playa me encanta, ¿eh?

Y la gente

Qué bueeeeenaaaaaaa gente...

Nada de ruidos.

Ni de voces.

Todo paz.

Salvo cuando hay un cumpleaños con carpa y concurso del enredos a tres metros

Y los 40 a todo lo que da la radio.

Y claro, con todo lo que llevas como para desplazarte.

En fin Agotao estoy

Quería compartir con vosotros mi experiencia con las tiendas para la playa de Decathlon.

Como buen pater familias, para mis niñas lo mejor... Así que fui al Decathlon a comprar la tienda de playa más grande que tuvieran. No sé si las conocéis, ocupan nada y cuando se despliegan cabe la legión completa, cabra incluida.

Pues eso, llegada a la playa, con los bártulos, TODOS los bártulos. Que no sé si vamos a la playa o de mudanza, pero bueno.

Abro la funda, quito la cinta que sujeta la tienda y... Dicen las instrucciones que se abre en dos segundos, yo creo que no, que alcanza velocidades relativistas. De hecho los dentistas están encantados, más de uno fijo que se ha dejado los dientes con un golpe de la tienda esa.

Ale, abierta y en la playa un viento que te cagas, y la tienda que todavía no le he puesto las piquetas, y que empieza a hacer vela, y se levanta, y yo me empiezo a cagar en el Decathlon, en la tienda, en el amigo que me la recomendó... Total, que le digo a Carlota que meta todos los bultos que pueda dentro, que no soy capaz de controlar al leviatán. Media playa mirando al madrileño blanquito a ver cómo la lía.

Qué por cierto, si alguna vez tengo un barco ni velas ni leches, dos tiendas de esas delante y cruzo el cabo de hornos.

Bueno, piquetas puestas y piquetas que no valen ni para tomar por culo. La tienda que amenaza despegue, yo que no sé si tengo permiso para volar tiendas y que no estoy muy seguro que a Liya, que está dentro le guste la experiencia.

Al final se controla la cosa, el truco está en poner algo de mucho peso dentro pero en la parte e atrás. Creo que me voy a comprar un bloque de cemento o algo.

Del rato de playa y rebozado de niñas en arena os cuento otro día... Pero llega el momento dramático.

DRA-MA-TI-CO

Hay que irse.

Y cerrar la tienda.

Qué no sé si lo habéis visto hacer.

Es como el cubo de Rubik en versión gigante.

Qué si un giro por aquí, que si una vuelta por allá...

Una vez.

Dos veces.

A la quinta estoy convencido que toda la playa me mira.

A la séptima quiero llorar.

A la décima me pregunto si puedo abandonarla allí y que le den por culo a la tienda, a la playa y a su puta madre.

Y donde está el ejército en esos momentos de necesidad?

Al final, intento poner fin al espectáculo. Porque entre otras cosas me da miedo que alguno de los aros que lleva se dispare y me atraviese la femoral.

Que sería una muerte de lo más chusca y le quitaría protagonismo en el telediario a la pandemia.

Así que hago un burruño como puedo, y me voy con aquello bajo el brazo, que entre lo grande y lo plateado, parezco uno de los de Locomía venido a menos.

Ya en el aparcamiento, más tranquilo y sin llorar, consigo doblar aquello a un tamaño que quepa en el coche y no tenga que llevarlo atado al techo.

Por tanto: si os compráis una tienda de esas que sepáis que es estáis recorriendo un camino de los que pocos han vuelto

La imagen personal está sobrevalorada. La desarrollamos, la mimamos, la cuidamos como si fuera lo más importante que tenemos y un buen día oímos a un amigo decir por lo bajini "¿Y quién ha invitado al Imbécil?".

Esto es mío, mis opiniones son mías, todo lo que pongo es mío (salvo cita) y nada de lo que pongo tiene ninguna relación con el mundo fuera de este blog y, si se la encontráis, decídmelo, y os recomiendo algún médico de confianza que os mire eso y las venéreas.